Síntomas del burnout: ¿Cómo sabes que tienes burnout?
Una breve explicación
El burnout es un estado constante de agotamiento que puede ir acompañado de molestias físicas y síntomas psicológicos. Los afectados suelen estar sobrecargados de trabajo o abrumados y sufren un estrés constante y tensión interna. Entre los síntomas que caracterizan típicamente al burnout se pueden mencionar la desgana, la impotencia, los trastornos del sueño, dolores de cabeza y el aumento de la presión arterial. Las molestias persisten durante semanas y meses y no mejoran ni siquiera después de un cierto periodo de descanso, por ejemplo, después de unas vacaciones.
¿Qué es el burnout?
«Burnout: fallo de un motor por falta de combustible»: esta es la definición oficial en navegación aeroespacial que también explica de forma figurada el problema médico real detrás de este síndrome. Se ha demostrado que cuando se sufre de burnout, el cuerpo tiene demasiada poca energía en sus células [1] y se produce una capitulación mental y física. Pero, ¿cómo podemos reconocer a tiempo que sufrimos de burnout? Y ¿cómo se puede volver a tener bajo control la sensación de agotamiento total?
Hasta hace pocos años, el burnout se identificaba como un problema que afectaba a docentes, ejecutivos y, especialmente, personas que se dedicaban a profesiones relacionadas con los cuidados. Sin embargo, este agotamiento emocional, físico y mental puede afectar a cualquier persona sometida a un fuerte estrés . Bajo el concepto del síndrome de burnout se agrupan los diferentes síntomas que tienen lugar cuando se sufre un estado de agotamiento constante. Entre los posibles desencadenantes hay causas externas o internas; a menudo también es posible una combinación de ambas. Un desencadenante «externo» puede ser una situación laboral, relacional o vital subjetivamente desesperada. Si la causa es «interna», los afectados suelen ser demasiado exigentes consigo mismos, por lo que son ellos mismos quienes crean ese estrés.
El síndrome de burnout se manifiesta muy poco a poco, por lo que suelen obviarse las primeras señales de alarma, como los trastornos del sueño y la inquietud interna. Por lo general, la enfermedad suele hacerse evidente cuando el agotamiento permanente, la desgana y el miedo al fracaso conducen a un descenso significativo del rendimiento en el trabajo. El psicoanalista estadounidense Herbert Freudenberger fue el primero en describir este fenómeno en la década de 1970. La denominación la tomó prestada de una novela de Graham Greene. En «A Burnt-Out Case» («Un caso acabado»), el autor describía cómo un arquitecto desencantado con su profesión se atrevía a cambiar de vida radicalmente. Tras su descubrimiento, el concepto de burnout también fue utilizado por los compañeros de Freudenberg, alcanzando así reconocimiento internacional.
En estos últimos años, el número de personas que sufren de síntomas de burnout ha crecido enormemente. Según las estimaciones, alrededor del 30 % de los trabajadores están en riesgo de padecer síndrome de agotamiento profesional. La sobrecarga permanente conduce a un estrés negativo que puede contribuir al desarrollo de diversas enfermedades.
El concepto de estrés negativo también incluye la interpretación individual de cada situación. Si se consigue verlo como un reto positivo para el desarrollo de la propia personalidad, tendrá menos impacto negativo en el estado de salud que si el paciente piensa que no está a la altura de las exigencias. Por ello, el factor decisivo no es tanto la cantidad de trabajo o el esfuerzo en sí, sino la sensación que se tiene durante la actividad. Mientras uno haga lo que hace a gusto y de forma voluntaria y sea consciente de sus propios límites, tampoco hay peligro. Sin embargo, en el momento en hay que realizar una actividad contra la resistencia interior y se duda de si tiene sentido realizarla, la salud mental está en peligro.
Síntomas: ¿cómo podemos identificar si padecemos de burnout?
El burnout se asocia a la pérdida de bienestar general y de salud física porque afecta tanto al cuerpo como al espíritu. Un sentimiento típico sería: «No puedo más».
En general, a este síndrome se asocia un agotamiento emocional y físico y un menor rendimiento laboral. Sin embargo, las molestias pueden manifestarse a través de síntomas muy variados.
Síntomas físicos
Algunas personas sufren de molestias físicas claras sin una causa evidente. A menudo, el síndrome surge de una molestia de ese tipo, por lo que todavía resulta más difícil relacionarla con el burnout. Los afectados sufren diversas molestias gastrointestinales, dolores crónicos y, en igual medida, las llamadas molestias cardiovasculares funcionales, es decir, molestias cardíacas perceptibles, como la arritmia cardíaca, para las que no existen causas orgánicas. También es posible que sufran de dolores de cabeza, musculares, de cuello y de articulaciones, así como de insomnio, palpitaciones, hipertensión arterial o infecciones recurrentes. Los ataques de pánico y el tinnitus son otros síntomas físicos posibles.
Con frecuencia, los afectados han recorrido decenas de consultas médicas en busca de explicación. Sienten que no se les toma en serio cuando orgánicamente todo está bien y los médicos hablan de «dolencias psicosomáticas». Para muchos, lo «psicológico» sigue significando algo así como «imaginario». Pero son precisamente los diagnósticos de burnout y de otras enfermedades mentales los que demuestran que estas dolencias son muy reales, aun cuando desde fuera no se puedan entender tan bien como una enfermedad clásica o el malestar que conlleva una pierna rota.
Síntomas psíquicos:
- Agotamiento total, falta de energía e incapacidad para recuperarse
- Falta de concentración, problemas de memoria
- Incapacidad para tomar decisiones
- Falta de ánimo y bajo rendimiento
- Miedo al fracaso y otro tipo de temores
- Indiferencia, agotamiento emocional, vacío existencial y aburrimiento
- Desilusión y desesperanza
- Intranquilidad, nerviosismo, trastornos del sueño, cansancio crónico
- Sensación de debilidad
- Amargura, cinismo
- Sensación de falta de reconocimiento
- Baja tolerancia a la frustración
Las fases del burnout:
En la literatura especializada existen diferentes modelos de fases para describir el desarrollo del síndrome de burnout. En principio, estos esquemas proporcionan una posición aproximada, es decir, una imagen del estado de la enfermedad en ese momento. Los modelos sirven de guía y pueden resultar útiles para reconocer el burnout y dar los primeros pasos para salir de la situación. También es posible prescindir de las fases dado que, por lo general, lo que existen son transiciones fluidas.
Al principio, suele observarse que los afectados trabajan a toda velocidad, pero que, al mismo tiempo, han puesto el freno de mano mental. Se produce una insatisfacción interior, seguida de un retroceso que suele pasar desapercibido, pero que más tarde también presenta una disminución evidente del rendimiento. Se generan molestias físicas como alteraciones del sueño; la recuperación es casi imposible. La última fase desemboca en un vacío existencial, pasividad y falta de ganas de vivir. Esta fase se corresponde con lo que la mayoría identifica como burnout.
Diferencia entre burnout y depresión
En principio, resulta difícil distinguir entre el síndrome de burnout y una depresión, dado que ambos presentan síntomas similares, además de evolucionar de forma muy diferente dependiendo de cada persona. Sintomáticamente, un caso avanzado de burnout ya no puede distinguirse de la depresión. La diferencia radica, no obstante, en cómo se gestó y en el hecho de que la depresión ya está reconocida como una enfermedad por derecho propio. El psicólogo alemán Matthias Burisch lo formula así: «El burnout no tiene nada de misterioso; los trabajadores quemados tienen problemas con los que luchan o han luchado sin éxito, pero que, a priori, tienen solución. Quienes padecen depresión sufren algo inalterable, a menudo inexplicable».
Ahora bien, los síntomas de ambas enfermedades deberían identificarse y tratarse lo antes posible para poder detener a tiempo una espiral descendente. Independientemente de los consejos generales para superar el estrés, como la práctica de la atención plena o «mindfulness» y el autocuidado, también las plantas medicinales pueden influir de forma positiva en la enfermedad. Tras un día estresante y complicado, el cuerpo y la mente necesitan un sueño reparador. Pasang® para el tratamiento sintomático y transitorio de los estados de inquietud, estrés e irritabilidad con dificultad para conciliar el sueño y Neurapas® alivia los estados de decaimiento que cursan con pérdida de interés y alteraciones del sueño.
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¿Quién corre el riesgo de sufrirlo?
Actualmente no está del todo claro cómo surge un síndrome de burnout. Entre las causas del burnout podemos encontrar tanto unas condiciones de vida desfavorables como la propia personalidad del afectado o el entorno privado.
Muy a menudo, el agotamiento afecta a personas muy comprometidas con su trabajo, por ejemplo, enfermeras, técnicos de emergencias sanitarias, educadores o profesores. Las personas adictas al trabajo que nunca renuncian a una hora extra y las personas con un marcado síndrome del salvador o un exceso de compromiso general, así como las personas con estrés crónico, también presentan un mayor riesgo de padecerlo.
Los siguientes factores aumentan el riesgo de sufrir burnout:
- Una gran responsabilidad bajo la presión del tiempo o realizar rutinas aburridas
- Tareas imposibles de realizar
- Una autoexigencia demasiado elevada
- Criterios de éxito poco claros o en constante cambio
- Trabajo por turnos o cambios radicales del horario laboral
- Falta de posibilidad de control o influencia
- Ambiente de trabajo negativo
- Miedo a perder el puesto de trabajo
A menudo los afectados son personas que se exigen mucho a sí mismas y quieren hacer todas las tareas a la perfección, pero al mismo tiempo tienen una autoestima bastante baja. Tienen poca confianza en sí mismos y no pueden afrontar bien las decepciones, la frustración y los desaires porque carecen de estrategias de gestión adecuadas.
Especialmente desde la crisis del coronavirus, se prescriben bajas cada vez más largas por burnout o agotamiento laboral; así lo demuestran los datos de los últimos cinco años sobre incapacidad laboral de la Kaufmännische Krankenkasse (Caja del Seguro de Enfermedad Comercial). La pandemia del coronavirus no ha hecho sino agravar aún más la situación en aquellos sectores relacionados con el contacto humano como el sector sanitario y el social, sin olvidar que, precisamente en el sector sanitario, la carga de trabajo ha aumentado considerablemente desde entonces. Pero también para quien teletrabaja la conciliación entre el trabajo y la familia suele plantear obstáculos difíciles de superar. Si no es posible separar el trabajo de la vida privada, a menudo no se disfruta del tan necesario tiempo de descanso, con lo que aumenta el riesgo de sobrecarga.
¿Cuánto dura un burnout?
La duración de un síndrome de burnout suele depender en gran medida de la complejidad de cada caso. Para aquellas personas que básicamente tienen una actitud positiva hacia la vida y el trabajo, pero que están sometidas a un estrés extraordinario, puede bastar con un tiempo de descanso de varias semanas y/o un entrenamiento especial. Las formas graves de la enfermedad, que van acompañadas de dolencias físicas como ataques de pánico, pueden requerir periodos más largos de baja laboral. Por supuesto, la duración de la baja por enfermedad también dependerá del apoyo médico, familiar y profesional que reciba el paciente. No obstante, estas no son sino directrices aproximadas que pueden variar mucho de una persona a otra, por lo que siempre corresponderá al facultativo decidir con ayuda del paciente cuál es el mejor tratamiento.
¿Qué puedo hacer? ¿Desaparece el burnout por sí solo?
Si se reconoce a tiempo un síndrome de burnout incipiente, es posible combatirlo con unas normas de comportamiento adecuadas. En este sentido, es importante reflexionar sobre el propio comportamiento y reconocer la situación sin culparse. Si la causa es «externa», también debería resolverse desde fuera. En este caso, los trabajadores sociales, los comités de empresa o los abogados pueden ser de gran ayuda. Si la causa es «interna», los siguientes consejos de terapia conductual pueden ayudar a salir de esta fase: «Más consejos para unos nervios de acero».
¿Cómo se diagnostica el burnout?
En la versión actual de la Clasificación Internacional de Enfermedades, la CIE-11, el burnout se define como un síndrome conceptualizado como resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito. Se caracteriza por tres dimensiones:
1. Sentimientos de falta de energía o agotamiento
2. Aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo
3. Una sensación de ineficacia y falta de realización
Esto significa que el burnout sigue sin considerarse una enfermedad en sí misma, pero desde la nueva guía de la OMS se ha definido por primera vez como una consecuencia del estrés laboral crónico. Sin embargo, algunos terapeutas critican el hecho de que la clasificación esté puramente relacionada con el trabajo y que otras situaciones desafiantes de la vida personal, como ser padre o madre, queden en principio fuera de la parrilla; en este contexto, los estudios actuales también demuestran la posibilidad del llamado «síndrome de los padres quemados». Los síntomas descritos son concebibles en cualquier situación de estrés, por lo que la definición actual no es lo suficientemente amplia en opinión de muchos expertos.
El paso más difícil para los afectados suele ser reconocer que un estrés permanente puede realmente llegar a enfermar. Ante cualquier atisbo de sospecha, debe consultarse al médico de familia lo antes posible. Lo ideal sería cuando aparecen los primeros síntomas, como trastornos del sueño, fatiga o problemas gastrointestinales. A menudo, el médico de cabecera deriva al paciente a un especialista, normalmente un psicólogo o psicoterapeuta, para recibir tratamiento adicional. En primer lugar, es importante descartar como causas enfermedades físicas que pueden provocar síntomas similares. Además de análisis de sangre y pruebas de diagnóstico por imagen, como las ecografías, diversos cuestionarios estandarizados ayudan a los facultativos a realizar un diagnóstico claro. Posteriormente, se puede elaborar e iniciar un tratamiento individualizado y plantear la necesidad de una baja laboral.
¿Existe algún test para detectar el burnout?
Debido a la complejidad del diagnóstico y a la amplia variedad de síntomas y causas del burnout, la literatura médica recoge una amplia gama de instrumentos de medición. El más extendido son los cuestionarios. El cuestionario Maslach Burnout Inventory (MBI) sigue liderando la investigación en la actualidad. Incluye 22 ítems y consta de tres escalas: agotamiento emocional, despersonalización o cinismo y realización personal en el trabajo.
Además, conviene señalar que esta prueba tiene por objeto identificar el riesgo y no el grado y la intensidad. Permite hacer afirmaciones sobre el universo emocional y puede hacer que las personas sean conscientes de lo mucho que sufren por su trabajo. Pero siempre puede haber otras razones que radiquen en la personalidad o en el historial médico del paciente. Por otro lado, la enfermedad no tiene por qué estar relacionada exclusivamente con el lugar de trabajo. Esta prueba no puede hacer justicia a la complejidad del síndrome de burnout. No obstante, se utiliza en la mayoría de los estudios relativos a este tema y puede ser de gran ayuda. Así, por ejemplo, pregunta al paciente si se siente agotado o frustrado por su trabajo o si todavía le resulta fácil crear un ambiente relajado. Lo ideal es que la evaluación y el análisis de la prueba se realicen junto con un médico para recibir la mejor terapia posible.
Tratamiento del burnout: ¿qué ayudas existen en caso de burnout?
Dado que el tratamiento del burnout debe adaptarse siempre a la personalidad y las circunstancias vitales del paciente, no existe una terapia estándar ni tampoco una medicación apta para cualquier persona. En una primera fase, puede bastar con tomarse un descanso prolongado, por ejemplo, en forma de vacaciones de varias semanas o una cura (tratamiento en un balneario). Lo más importante es alejarse de la vida cotidiana y pensar en otras cosas en un lugar diferente, dejar de lado el trabajo y centrarse en el propio bienestar en lugar de la enfermedad.
Los pacientes con burnout suelen beneficiarse del tratamiento dirigido por un psicoterapeuta o un terapeuta conductual. La terapia cognitivo-conductual es una herramienta muy útil y reconocida. Durante la terapia se suele animar a las personas afectadas a que cambien su situación laboral y a que se replanteen sus expectativas sobre sí mismas, su vida y su trabajo. Los afectados tienen que aprender a reconocer sus propias necesidades y a satisfacerlas.
Además, tienen que aprender a prestarse más atención a sí mismos y a su entorno, pero también a cada una de sus acciones. Actualmente, se pueden encontrar numerosos cursos de mindfulness.
La terapia conductual puede ayudar a quienes lo padecen a afrontar las situaciones de estrés de forma diferente, pero también a garantizar un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida privada. El tratamiento del burnout puede realizarse tanto en régimen ambulatorio como hospitalario, por ejemplo, en una clínica para tratar afecciones psicosomáticas.
Si fuera necesario, también se podría prescribir un fármaco, normalmente uno del grupo de antidepresivos que se suelen administrar para la depresión. A menudo se utilizan sustancias activas del grupo de los inhibidores de la recaptación de serotonina, que garantizan la disponibilidad de más serotonina, la llamada «hormona de la felicidad», para el sistema nervioso. También la fitoterapia, la fisioterapia o la musicoterapia son opciones útiles en muchos casos.
Burnout y deporte
Si la persona afectada de burnout sufre además un estado de ánimo depresivo, el deporte puede contribuir a mejorar su estado de ánimo general, por ejemplo, con un entrenamiento de running gradual. Los resultados positivos pueden experimentarse a nivel corporal y contrarrestan el estado de ánimo deprimido o la abulia. Aquí es importante dar pequeños pasos y adaptarse siempre al nivel de energía de cada persona para evitar desgastarse al poner metas demasiado ambiciosas. Con el tiempo, esto puede incrementar la actividad física general de los afectados, contribuyendo de forma eficaz a hacer frente a la vida cotidiana.
Prevención: ¿cómo podemos evitarlo?
Se recomienda iniciar medidas de prevención del burnout ante los primeros signos de tensión extrema, ya sea a nivel personal o profesional. El estrés excesivo no debe convertirse en un estado permanente, sino que debe reducirse lo antes posible. En este sentido, es importante reservar suficiente tiempo para el ocio y agudizar la mirada sobre los aspectos positivos de la vida.
Tan importante como hacer frente al estrés es llevar un estilo de vida saludable, es decir, una dieta equilibrada con frutas y verduras frescas, así como suficiente ejercicio al aire libre (un paseo por el bosque) y un ritmo diario saludable.
Thomas Bergner, exdermatólogo, ha desarrollado un programa de 12 pasos para prevenir el burnout que incluye muchos consejos de autoayuda. En primer lugar, según este modelo, es necesario reconocer que se está enfermo y aceptar la realidad. El siguiente paso es entenderse mejor a sí mismo. ¿Cuáles son mis valores personales? ¿Qué me da fuerza? ¿Qué me quita energía? Cuando conocemos las respuestas a estas preguntas, nos resultará más sencillo buscar posibilidades de mejora. Entre estas posibilidades de mejora podríamos mencionar una buena gestión del tiempo y de los plazos, así como el aumento de la satisfacción personal, la conciencia interior y el optimismo. Un pilar importante para que la prevención tenga éxito es preguntarse cuál es nuestro papel en la vida: ¿qué rol (profesional) desempeño en mi vida, qué rol me gustaría desempeñar? A partir del conocimiento obtenido en estos primeros 11 pasos, nos podemos preguntar y responder sobre el sentido de nuestra propia vida.
También es de gran ayuda un entorno social estable que ofrezca suficiente apoyo en los momentos de estrés. Si desea profundizar en el tema, consulte nuestras guías para obtener más información útil
Fitoterapia: ¿qué plantas pueden contribuir a tratar los síntomas del burnout?
El poder de las plantas también puede utilizarse con éxito para tratar el burnout. Entre las plantas medicinales más utilizadas se encuentran: la pasiflora, la hierba de San Juan, la valeriana y la melisa. También se pueden utilizar combinaciones de estas plantas.
Otros consejos para conseguir unos nervios de acero
- ¡Aprenda a decir «NO»!
- Aprenda a establecer prioridades para ahorrar energía.
- Evite la presión.
- Converse con amigos.
- Rodéese de personas que le hagan bien.
- Practique ejercicios de relajación con regularidad
(p. ej., yoga, entrenamiento autógeno, taichí)
- Cuide lo que es realmente importante para usted.
- Tómese la vida con humor.
- Confíe en la inteligencia de su cuerpo.
- Medicina natural:
Pasang®, medicamento tradicional a base de plantas utilizado para aliviar los estados de inquietud, estrés e irritabilidad con dificultad para conciliar el sueño, basado exclusivamente en su uso tradicional y Neurapas®, medicamento tradicional a base de plantas utilizado para aliviar los estados de decaimiento que cursan con pérdida de interés y alteraciones del sueño, basado exclusivamente en su uso tradicional.
Lista de referencias y bibliografía complementaria
Libros
- Brand S., K. Ebner, et al.: „Influence of Regular Physical Activity on Mitochondrial Activity and Symptoms of Burnout— An Interventional Pilot Study”, Clin Med 2;9(3):667 2020*
*: Para bibliografía: año de publicación; para sitios web: Fecha del último acceso